Snake-Eyes
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Aqui uma coluna de opinião do site meristation da espanha.
OPINION
Ser un incondicional de una consola y demostrarlo hasta el insulto no beneficia en nada al mundo del videojuego ni a la imagen que proyectamos.
Por: Pep Sánchez
2007 ha tocado a su fin y, es inevitable, soy un año más viejo. Sigo jugando, este año he terminado desde The Darkness a Halo 3, y aunque me he encallado con Bioshock y con Heavenly Sword, voy a concederles un tiempo mientras le doy una segunda oportunidad a Assassin’s Creed y empiezo con tranquilidad Mass Effect. En fin, todo esto para decir que con 36 años no me siento ajeno a la actualidad del videojuego, entre otras cosas por el web que dirijo, está claro. Sin embargo sí que me siento ajeno a un fenómeno que cada vez tengo la sensación que va ganando terreno: el fanboy.
Lo reconozco, yo también fui fan de un sistema en mi adolescencia, pero no un fanboy.
Por aquel entonces combinaba la compra de revistas nacionales con la inglesa Computer & Videogames, y si bien la segunda era algo más objetiva y tenía un lenguaje más adulto, todas tenían por aquel entonces, y hablo de mis 16 años de 1987, cierta tendencia a poner notas que iban del 90 al 99 sobre 100. Había que leer entre líneas para saber que un juego de 89 era un suspenso estrepitoso, aunque no hubiese rastro del fracaso al que hacía alusión la nota en la crítica escrita.
Yo era del sector MSX y posteriormente Atari ST, con lo que me las tuve que ver contra los Amstrad, Spectrum y luego con el todopoderoso Comodore Amiga 500. Veía, no sin envidia, cómo esos sistemas recibían docenas de lanzamientos cada temporada, y cómo más tarde, seis meses o un año después, algunos aparecían también para MSX. Está claro que el anuncio del lanzamiento de un Knight Lore o un Army Moves para MSX era una magnífica noticia, aunque llegaran cuando estaban a punto de salir las secuelas para Spectrum. Lógicamente mis Metal Gear o Knightmare despertaban la admiración de mis colegas. Esos sentimientos contrapuestos llevaban a las lógicas discusiones sobre qué versión era mejor, si una máquina era más potente que otra y cuál era la más popular.
Sin embargo, he de decir que esas discusiones en el autocar hacia el instituto raras veces desembocaban en insultos o faltas de respeto hacia los defensores de argumentos contrarios a los propios, y mucho menos hacia sus familias.
Debo añadir que "crítica independiente" eran dos palabras que por aquel entonces no podían ir juntas al hablar de revistas de videojuegos. Quiero decir con ello que no había alternativa, o creías en la corriente oficial -marketing de las compañías- y en la oficiosa -prensa especializada-, o no tenías argumentos externos para defender tu propia postura crítica hacia un cartucho o cinta de cassette que se anunciaba como: "Descubre unos gráficos increíbles – La Compañía" y "Lo mejor que hemos visto nunca – (pon aquí el nombre de una revista)".
En estos últimos meses veo con tristeza cómo el fenómeno fanboy se ha radicalizado, está más presente que nunca y tiene una preocupante tendencia a la falta de respeto.
A todos los defensores acérrimos de una consola, compañía o saga ya seáis niños, adolescentes o adultos, deberíais ver que os estáis haciendo un flaco favor insultándoos en público, a vosotros y al mundo de los videojuegos que tanto adoráis. Las empresas se frotan las manos con cada agravio que un Sonyer le suelta a un Xboxer, con cada afrenta que el Xboxer hace al Nintendero y con cada ofensa de éste a los otros dos. Sus maquinarias de marketing, capitaneadas por los Product Managers a cuyas órdenes están los remunerados Community Managers infectando los foros, se alimentan de este odio para dirigir sus lanzamientos en exclusiva, para vanagloriarse de tener más fans que nadie, par que sus productos ganen notoriedad y por último para embestir contra la crítica independiente, alegando aquello de que "tantas moscas no pueden estar equivocadas".
En vuestras manos, en concreto en vuestros dedos con los que escribís, está dar un giro de 180 grados a la situación. Lo coherente sería que si se lanza un gran juego para una plataforma en exclusiva, que los propietarios de otras consolas lo valoren como gran juego que es, y no que lo critiquen por haber aparecido en otra máquina que no es la suya y mucho menos que insulten al fabricante o a los propietarios de esa consola. Al mismo tiempo, deberían pedir usando medidas de presión democráticas, como la recogida de firmas online, el lanzamiento de ese título en su sistema. De caballeros sería si los usuarios para cuya consola ha salido el juego, se sumaran a la petición online, apoyando a sus compañeros que son, en definitiva, videoadictos como ellos.
En la misma línea, no tiene sentido que si un juego es mediocre o malo directamente, se le defienda a capa y espada por el simple hecho de que ha salido para nuestro sistema. Con eso sólo se consigue que ese título indigno de existir tenga una secuela, probablemente para tu sistema, aún peor que el original.
Seamos Sonyers, Xboxers, Nintenderos o Peceros, pero respetándonos, con el videojuego por encima de los sistemas y defendiendo unidos mejores juegos para todos. Demos una lección de hidalguía a las compañías para conseguir nuestros intereses que, no lo olvidemos, son comunes tengamos la máquina que tengamos.
OPINION
Ser un incondicional de una consola y demostrarlo hasta el insulto no beneficia en nada al mundo del videojuego ni a la imagen que proyectamos.
Por: Pep Sánchez
2007 ha tocado a su fin y, es inevitable, soy un año más viejo. Sigo jugando, este año he terminado desde The Darkness a Halo 3, y aunque me he encallado con Bioshock y con Heavenly Sword, voy a concederles un tiempo mientras le doy una segunda oportunidad a Assassin’s Creed y empiezo con tranquilidad Mass Effect. En fin, todo esto para decir que con 36 años no me siento ajeno a la actualidad del videojuego, entre otras cosas por el web que dirijo, está claro. Sin embargo sí que me siento ajeno a un fenómeno que cada vez tengo la sensación que va ganando terreno: el fanboy.
Lo reconozco, yo también fui fan de un sistema en mi adolescencia, pero no un fanboy.
Por aquel entonces combinaba la compra de revistas nacionales con la inglesa Computer & Videogames, y si bien la segunda era algo más objetiva y tenía un lenguaje más adulto, todas tenían por aquel entonces, y hablo de mis 16 años de 1987, cierta tendencia a poner notas que iban del 90 al 99 sobre 100. Había que leer entre líneas para saber que un juego de 89 era un suspenso estrepitoso, aunque no hubiese rastro del fracaso al que hacía alusión la nota en la crítica escrita.
Yo era del sector MSX y posteriormente Atari ST, con lo que me las tuve que ver contra los Amstrad, Spectrum y luego con el todopoderoso Comodore Amiga 500. Veía, no sin envidia, cómo esos sistemas recibían docenas de lanzamientos cada temporada, y cómo más tarde, seis meses o un año después, algunos aparecían también para MSX. Está claro que el anuncio del lanzamiento de un Knight Lore o un Army Moves para MSX era una magnífica noticia, aunque llegaran cuando estaban a punto de salir las secuelas para Spectrum. Lógicamente mis Metal Gear o Knightmare despertaban la admiración de mis colegas. Esos sentimientos contrapuestos llevaban a las lógicas discusiones sobre qué versión era mejor, si una máquina era más potente que otra y cuál era la más popular.
Sin embargo, he de decir que esas discusiones en el autocar hacia el instituto raras veces desembocaban en insultos o faltas de respeto hacia los defensores de argumentos contrarios a los propios, y mucho menos hacia sus familias.
Debo añadir que "crítica independiente" eran dos palabras que por aquel entonces no podían ir juntas al hablar de revistas de videojuegos. Quiero decir con ello que no había alternativa, o creías en la corriente oficial -marketing de las compañías- y en la oficiosa -prensa especializada-, o no tenías argumentos externos para defender tu propia postura crítica hacia un cartucho o cinta de cassette que se anunciaba como: "Descubre unos gráficos increíbles – La Compañía" y "Lo mejor que hemos visto nunca – (pon aquí el nombre de una revista)".
En estos últimos meses veo con tristeza cómo el fenómeno fanboy se ha radicalizado, está más presente que nunca y tiene una preocupante tendencia a la falta de respeto.
A todos los defensores acérrimos de una consola, compañía o saga ya seáis niños, adolescentes o adultos, deberíais ver que os estáis haciendo un flaco favor insultándoos en público, a vosotros y al mundo de los videojuegos que tanto adoráis. Las empresas se frotan las manos con cada agravio que un Sonyer le suelta a un Xboxer, con cada afrenta que el Xboxer hace al Nintendero y con cada ofensa de éste a los otros dos. Sus maquinarias de marketing, capitaneadas por los Product Managers a cuyas órdenes están los remunerados Community Managers infectando los foros, se alimentan de este odio para dirigir sus lanzamientos en exclusiva, para vanagloriarse de tener más fans que nadie, par que sus productos ganen notoriedad y por último para embestir contra la crítica independiente, alegando aquello de que "tantas moscas no pueden estar equivocadas".
En vuestras manos, en concreto en vuestros dedos con los que escribís, está dar un giro de 180 grados a la situación. Lo coherente sería que si se lanza un gran juego para una plataforma en exclusiva, que los propietarios de otras consolas lo valoren como gran juego que es, y no que lo critiquen por haber aparecido en otra máquina que no es la suya y mucho menos que insulten al fabricante o a los propietarios de esa consola. Al mismo tiempo, deberían pedir usando medidas de presión democráticas, como la recogida de firmas online, el lanzamiento de ese título en su sistema. De caballeros sería si los usuarios para cuya consola ha salido el juego, se sumaran a la petición online, apoyando a sus compañeros que son, en definitiva, videoadictos como ellos.
En la misma línea, no tiene sentido que si un juego es mediocre o malo directamente, se le defienda a capa y espada por el simple hecho de que ha salido para nuestro sistema. Con eso sólo se consigue que ese título indigno de existir tenga una secuela, probablemente para tu sistema, aún peor que el original.
Seamos Sonyers, Xboxers, Nintenderos o Peceros, pero respetándonos, con el videojuego por encima de los sistemas y defendiendo unidos mejores juegos para todos. Demos una lección de hidalguía a las compañías para conseguir nuestros intereses que, no lo olvidemos, son comunes tengamos la máquina que tengamos.